La calle donde vivía el inspector de aduana

Más o menos todos somos conscientes de que cuando un buque llega a un puerto, sobre todo si procede de un país distinto a aquel en que está atracando, tiene que pasar los trámites de aduana. Estos trámites consisten básicamente en informar de la mercancía que trae en sus bodegas al inspector de aduana para que este compruebe la veracidad de la documentación y, en caso de que sea necesario, realice la correspondiente liquidación de impuestos por la transacción comercial que se está realizando.

Cuando en 1717 Felipe V decide trasladar a Cádiz la Casa de Contratación, el tráfico marítimo entre la ciudad y las Américas crece de manera exponencial, ya que todo barco que llegue de aquellas tierras o zarpe hacia ellas, tiene que hacerlo desde el puerto de Cádiz. Evidentemente La Corona establece un impuesto sobre la mercancía que se transporta, por lo que es fundamental que los barcos, que en la mayoría de los casos en aquella época eran galeras, sean inspeccionados para comprobar que el manifiesto, es decir, el documento que relaciona el tipo y la cantidad de mercancía que se transporta, coincide de manera fidedigna con lo que en realidad se encuentra en la bodega de la embarcación. Esa inspección la realizaba el Veedor de galeras, es decir, el funcionario real que "ve la mercancía" cargada y verifica que el manifiesto es un fiel reflejo de la misma y que, por lo tanto, se realiza el pago de los impuestos de manera correcta.

En el siglo XVII la calle que salía de San Antonio en dirección a la del Mentidero ya se llamaba calle Veedor. No sería descartable que en ella tuviera su vivienda un funcionario real de tan alto rango como era el Veedor de galeras y que de ahí tomara su nombre dicha calle que, con algunos cambios de denominación, ha perdurado hasta nuestros días.


Bar "La Parra de Veedor". 1963

Cronología de las denominaciones de la calle Veedor




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